Necesitamos un Mar Menor limpio, sano, que vuelva a ser ese gran atractivo natural que antaño fue.
Para esto, necesitamos dejar de mirar a la casa del vecino y limpiar la nuestra.
El Mar Menor es nuestra comunidad y de nada sirve que un vecino diga que si el campo hace o deja de hacer, cuando vemos (y olemos), los problemas en nuestras redes de alcantarillado. Pagamos un dineral para mantener en condiciones dichas infraestructuras de recogida y depuración y no podemos admitir más fallos.
El campo hace los deberes y precisa de infraestructuras “grises”, como les gusta calificar a estos políticos, bastante indocumentados, a las tuberías y obras hidráulicas.
Pero también necesitamos mantener la vegetación natural al máximo y vemos que aquí nuestros vecinos agricultores están haciendo los deberes, mantenimiento e implantando cubiertas vegetales y setos, al mismo tiempo que nuestros vecinos urbanitas implantan el macetero y el asfalto como algo recurrente.
Y por si no se habían dado cuenta, mientras nuestros vecinos agricultores implantan y mantienen miles de hectáreas de vegetación, nuestros responsables políticos esquilman los setos que existían en las autovías, sustituyendo la vegetación por cemento.
Es hora de mirar menos lo que hacen nuestros vecinos y obrar en consecuencia.
Ministerio y Comunidad Autónoma no pueden dilatar más la ejecución de las infraestructuras necesarias para que no llegue una gota de agua contaminada a la laguna. Ayuntamientos y Comunidad, deben velar por la depuración del 100% de las aguas residuales y demostrar que no hay filtraciones ni derrames, además de entender que la vegetación es fundamental para amortiguar el impacto urbanístico sobre nuestro mar.
A los agricultores ya les hemos puesto deberes y los están cumpliendo. Tomemos nota y apliquémonos el cuento todos.